viernes, 28 de julio de 2017

Día 51. Julio 20. Faltan 77 días.



El 20 de julio se celebra en Colombia que nos independizamos de los españoles para caer en las garras de las élites criollas. Por lo tanto, es un día festivo en el que el pequeño Felipe no tuvo que ir al jardín. No recuerdo muy bien cómo fue su despertar, pero sé que él tiene sus horarios bien definidos en la mañana. Desde las cinco hasta las siete de la mañana, en cualquier momento puede despertar, usualmente al rededor de las seis. En los festivos suelo dejarlo hacer pereza un rato largo, jugar y algunas veces desayunamos antes de que lo bañe. El 20 de julio lo hicimos así y permanecimos durante la mañana en casa, esperando a que llegara el "nanu", que pasaría la tarde con nosotros.

La mañana transcurrió entre los papeles y los colores del pequeño Felipe, sus "caos" grandes y pequeños y nuestros juegos con balones, ahora que le estoy enseñando a patear. Al medio día llegó Nicolás, el "nanu" y noté la alegría de Pipe al verlo. Pedimos almuerzo a Hamburguesas el Rodeo, que es casi un ritual cuando viene Nicolás porque le encantan. Y a mí también. Al pequeño Felipe le pedimos "ajiaquito" que es tan pequeño que le alcanza para almorzar y para cenar, por lo que no me tuve que preocupar por cocinar para la noche.

En la tarde salimos los tres al parque. El pequeño Felipe disfruta todos los juegos que hay para los niños que son los tradicionales: Columpios, el rodadero, el sube y baja o simplemente correr por el pasto, en donde tiende a ir hacia donde están los perros (babaus) pero yo lo detengo. Los perros pueden ser hermosos y amigables, pero nunca sé cuál no es de fiar y no quiero que el pequeño Felipe se arriesgue en esa ruleta. Entonces simplemente evito que se acerque a los perros y por supuesto, que los perros se le acerquen.

El "nanu" lo subió en los sube y baja y en el rodadero y yo lo impulsé en el columpio. El parque es el sitio de encuentro de los vecinos. Y hay un lugar de máquinas de gimnasio, amigables y didácticas con los adultos, pero son inadecuadas para niños y más para bebés. Pero Felipe no se resignó y las probó una a una. Algunas lo iban frustrando, porque no lograba que se movieran de ninguna manera. Entonces empezó un conato de pataleta y cuando iba a ver qué le pasaba, apareció un vecino que es psicólogo, al que conocí meses antes impidiendo que las motocicletas se atravesaran por el parque para cortar camino. Lo hacen todo el tiempo y es frustrante tener que soportar la incultura de gente afanada que no le importa para nada el peligro de sus máquinas irrumpiendo en un espacio destinado para las personas y especialmente para los niños. Mi vecino, que se llama Andrés, me dijo que lo dejara resolver su malestar solo, que lo dejara llorar y que después de ello iba a desistir o a encontrar la forma de disfrutar lo que estaba haciendo. Entonces le hice caso y funcionó. En una máquina inalcanzable para el pequeño Felipe se dedicó a moverle un pedal, resignado, sin refunfuñar más. Pronto se aburrió y decidió tomar camino hacia cualquier parte. Yo me quedé hablando con Andrés y Nicolás se fue detrás de Felipe. A los cinco minutos regresó con él cargado y el pequeño Felipe de nuevo estaba irritado y molesto. Nicolás me contó que iba para la calle y que lo tuvo que detener. Era hora de regresar a casa para continuar con actividades domésticas más tranquilas y menos riesgosas para Pipe.

Llegamos al filo de las cuatro y Nicolás se sentó a pintar un rato con el pequeño Felipe. A las cinco y media inicié la rutina para acostarlo dándole la cena. A las seis intenté empiyamarlo pero estaba muy activo, entonces Nicolás se puso a jugar con él para que acabara la última carga de sus pilas. Sin mayor novedad, a las siete estaba tomando su tetero y acostándose a dormir. Nicolás y yo nos quedamos charlando un rato. Pero yo estaba cansado y también me acosté para ver el partido en la televisión de Millonarios. Nicolás me acompañó un rato y luego se bajó a ver películas.

El pequeño Felipe disfruta la presencia de su hermano "nanu" y yo de verdad me siento pleno teniéndolos a los dos cerca. Sé que son de dos generaciones distintas, que están explorando cómo será su relación hacia el futuro y que quizás la distancia entre los dos que se avecina los vuelva extraños otra vez. Sin embargo, percibo la empatía en ellos, en el cariño que le tiene Felipe porque se alegra cuando lo ve y en la ternura que le inspira a Nicolás que es especialmente delicado con el pequeño Felipe.

Para mí es un reto tender lazos y puentes entre mis dos hijos. Ellos irán construyendo su relación mientras el tiempo pasa y lidian con la distancia. Solo espero que algún día puedan contar el uno con el otro, cada uno en su mundo y con su historia. Pero quiero que se sepan hermanos y que se apoyen como tal.

Bueno, sigo avanzando sin desfallecer, aún colgado pero intentando que la brecha no se siga ampliando y buscando la manera de mantener frescos los recuerdos. Quizás del día siguiente no tenga mayor recuerdo porque sé que fue un viernes rutinario. Pero no importa, quizás siga profundizando en reflexiones que colmen estos días borrosos hasta que mueran las excusas.

Una vez más gracias por persistir y no desfallecer conmigo. Feliz noche.



No hay comentarios:

Publicar un comentario