miércoles, 7 de junio de 2017

Día 8. Junio 7.


Nunca pensé que la forma, densidad, consistencia y cantidad del excremento en un pañal fuera motivo de alegría. Pero sí. El pequeño Felipe amaneció mucho mejor y la diarrea finalmente cedió. Sirvieron el jugo de guayaba y las dosis de caricias en la panza. Le sirvió el dormir toda la noche y permanecer hidratado. Sentí un alivio inmenso y le agradecí a todos los dioses en los que ustedes creen y en el que yo me inventé. Gracias.

Hoy vino la señora que nos ayuda con el arreglo del apartamento. Viene una vez a la semana. Es el único día en el que el apartamento está impecable. Pipe y yo tenemos un talento inmenso para desordenar. Entonces me ayudó con el desayuno mientras yo bañaba y vestía al bebé. Llevé a Pipe al jardín y se quedó muy tranquilo. Ya volvió a la normalidad y siento que sus temores se están disipando.

Regresé a la casa y me puse a conversar con Doris un rato. Le pregunté si el transporte ayer se le había complicado. Me dijo que en la mañana había estado muy difícil pero que en la tarde fluyó mejor que todos los días. Parece que el pánico funcionó y muchos trabajadores se fueron temprano para sus casas. Eso le permitió a Doris viajar un poco menos incómoda en el Transmilenio de la tarde. Le pregunté a qué hora salía para llegar hasta acá. Me dijo que faltando un cuarto para las cinco de la mañana. Abrí los ojos asombrado y le pregunté cómo era el recorrido. Vive por el Tunal. Entonces toma un colectivo que la lleva hasta un paradero en donde pasa un alimentador que la lleva hasta el portal del sur de Transmilenio. Y atraviesa la ciudad de punta a punta con uno o dos transbordos. Depende de qué tan tarde venga. Y acá siempre está entre las siete y las siete y media de la mañana. Todos los días trabaja en una casa distinta y tiene copados hasta los domingos. Me contó que tiene cuatro hijos y todos están en el colegio. Bueno, ahora están en la casa por el paro de maestros porque estudian en un colegio público. Entonces me dice que los tiene en talleres y cursos particulares para que no se queden haciendo pereza en la casa o travesuras en la calle. También me contó que trabaja rápido porque sale a las cuatro corriendo para atender a sus hijos después de las 6 pm y a las 7 pm ya está acostada para dormir. Es decir, Doris se levanta a las 4:00 am de la madrugada, pierde cuatro horas diarias montada en el pésimo transporte público de Bogotá, trabaja todo el día y le dedica una hora a sus cuatro hijos. Y yo escribiendo un diario porque me parece un gran reto cuidar a mi hijo de casi año y medio en dedicación exclusiva. Bue... siempre he creído que mis problemas no son los más graves pero son los míos. Pero Doris me hizo ver cuán difícil es la vida de millones de personas en este país y lo asumen con resiliencia y una sonrisa.

Doris se fue sagradamente a las 4pm y yo me fui por el pequeño Felipe al filo de las cinco. Lo vi y se me iluminó el alma. Me recibió con una sonrisa y me invitó a pintar con sus colores. Y ya tenía colores. Todos los que le faltaron ayer.

En la casa se puso consentido. Empezó a llorar y a decirme que quería "ete". Pensé que era tetero. Pero no. Pensé que era galleta. Pero no. Pensé entonces que era jugo que no tiene nada que ver pero se me acababan las opciones. Pero no. Siguió llorando porque no le alcancé el "ete" entonces decidí cargarlo y subirlo a ver la colmena feliz para que se le olvidara el "ete". Ángela hubiera sabido qué era el bendito "ete" máximo al segundo intento. Yo sigo buscando en cada cosa de la sala que se puede parecer a un "ete". La colmena feliz es como un bálsamo para Pipe. Y para mí también. Desde la canción de intro se emociona y la baila. Yo ya me la aprendí entera. Y finalmente se calmó, entonces le pude dar la comida y otro jugo de guayaba con azúcar. Pipe está mucho mejor.

Lo empiyamé y lo acosté antes de las siete porque está cansado y para poder ver el partido de Millos que se juega la semifinal contra Nacional. Un clasicote. Cuando lo metí a la cuna y le di el tetero se acostó y se corrió para un costado y me señaló el colchón. Me invitó a acompañarlo, a acostarme con él para que lo consintiera un rato como lo hace la mamá. Fue un momento sublime. Sentí que me dio un carné de membresía a lo más cercano de sus afectos. Me dio un premio y el privilegio de acostarme con él mientras se duerme. No perdí la oportunidad. Le consentí el pelo mientras se quedaba dormido. No se demoró estaba "catao" que en su idioma es cansado.

Hoy fue un día bonito. Volvió la salud del pequeño Felipe y con ello mi tranquilidad. Espero que siga así y que si se enferma se recupere rápido. No hay tristeza más grande en el Universo que la de un niño triste. Y yo no quiero esa tristeza. Además Doris me dio una lección de tenacidad que me hace pensar que este reto es menos complejo de lo que yo lo percibo. Porque hay personas superando sus retos todos los días atravesando obstáculos y pasando pruebas en condiciones mucho más difíciles y no hacen de ello un drama. Simplemente se levantan cada día y hacen lo que tienen que hacer sin pensar tanto en el cómo. Esa es una manera sabia y valiente de enfrentar la vida.

Bueno, me voy a ver los últimos minutos de este partido bien jugado por el azulito pero que aún no puede ganar. Quizás me den una alegría más hoy. Sería lindo.

Feliz noche y muchas gracias por estar otra vez acá. Sus oraciones funcionaron y yo se los agradezco.

Hasta mañana.











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