jueves, 1 de junio de 2017

Día 2. Junio 1°.


Hoy el despertar fue más sereno. La noche fue tranquila. No se despertó y si lo hizo no me di cuenta. Parece como si Pipe supiera que las noches sin insomnio son las mejores aliadas del tiempo cuando queremos que corra rápido.  El pequeño Felipe me recibió el tetero de la levantada y de inmediato me preguntó por su mamá, sin esperar a llegar a la cama. No quería llevarse una nueva decepción al encontrar la cama vacía, como en la canción. Le dije que su mamá estaba viajando y que nos estaba esperando durante un tiempo, un poco largo, mientras preparaba el camino para nuestro arribo.

Pensé entonces que es necesario mantener vigente la imagen de su mamá sin que fuera dramático recordarla. Entonces le pasé una foto de Ángela de esas que son un poco más grandes que las fotos de carné. Pipe la tomó en sus manos y notó que era ella. De nuevo me preguntó "¿mamá?" pero con un tono menos triste. Le dije "sí hijo, es mamá. Está lejos pero te piensa todo el tiempo, cada segundo de cada minuto". Siguió tomando tetero mientras contemplaba la foto. La arrugó contra su pechito y me la pasó así, arrugada. La plastifiqué con un contact transparente para que la pueda arrugar cuantas veces quiera.

Iniciamos el ritual de todos los días. Ducha, vestido, un poco de juego, desayuno, zapatos, delantal y chaqueta. Con la chaqueta Pipe ya sabe que nos vamos, entonces corre a la puerta y empieza a mover la perilla para acosar. Lo llevé al jardín y por segundo día consecutivo se quedó llorando. Aún siente ese desazón del abandono, que pronto se le pasa cuando pasa la puerta para encontrarse con sus compañeritos.

El jardín infantil ha sido clave en este proceso. Han estado al tanto de nuestra separación temporal y han asumido un rol protagónico en el cuidado del pequeño Felipe. La directora es una mujer muy humana, absolutamente maternal y tremendamente sensible. Y le irradia esa energía a sus profesoras que asumen el cuidado de los niños y las niñas con una devoción especial. Un niño no puede disimular sus tristezas ni sus alegrías, no puede ocultar su desazón o malestar y tampoco su satisfacción o placidez. Por eso cada vez que recojo a Pipe en el jardín me voy con la tranquilidad de que el bebé está en las mejores manos. Siempre se le ve sereno, seguro, confiado y querido. La sonrisa cuando me ve en la puerta para irnos no es de angustia, sino de una alegría genuina porque sabe que su jornada terminó y que nos podemos ir a descansar juntos. La primera decisión que tomamos con Ángela sobre el tiempo de Felipe en este trance que estamos viviendo fue alargar su jornada en el jardín. Teniendo en cuenta que los dos estábamos en casa siempre lo sacábamos al medio día y nos repartíamos entre los dos su cuidado en la tarde. Con la ausencia de Ángela consideramos que lo mejor era dejarlo hasta la tarde al cuidado del jardín.

Paulo Freire dice que los colegios son "parqueaderos de niños", que es otra forma de decir que es la manera socialmente aceptada para que los padres nos liberemos de nuestros hijos. Eso es parcialmente cierto, cuando deliberadamente se le da ese uso al colegio. Pero cuando uno como padre se integra a la comunidad educativa de su hijo el colegio no es un parqueadero de niños sino una red de apoyo diversa, sólida y fraterna que sirve bien al proceso de formación de los menores. Por eso el proceso de selección del jardín infantil del bebé debe ser riguroso, serio y ponderado. Pipe está desde los siete meses en el jardín y fue una decisión que tomamos en consenso con Ángela porque queríamos que el pequeño Felipe socializara desde muy chico con otros niños y niñas, para que comprendiera el valor de compartir y se sintiera conviviendo entre pares. Y ha sido una decisión valiosa porque el pequeño Felipe ha asimilado la importancia de comprenderse en un mundo con otros que también tienen necesidades, caprichos, cualidades, defectos, talentos, complejos, en fin, está aprendiendo el sentido de la otredad que es un valor tan escaso en nuestros días.

El jardín es pequeño, no tiene más de 25 niños y la vocación de servicio y de amor por los menores es evidente desde la directora. La comunicación es permanente y cada día el reporte de lo que hizo el bebé es completo, con los más y con los menos, y las actividades para integrar a los padres y a la familia en general son numerosas. Por eso tomar la decisión de alargarle la jornada al pequeño Felipe fue consciente y lo hicimos desde antes de que se fuera Ángela de una manera gradual, dejándolo primero unas horas más y luego la jornada completa. Eso me permite entregarme a él en cuerpo y alma el tiempo que compartimos, que es realmente de calidad porque yo tengo toda la disposición y ninguna excusa.

Entonces recogí a Pipe en el jardín a las cinco de la tarde. Su sonrisa me iluminó el alma y el abrazo que me dio me recargó mil dinamos de amor. Compartimos el tiempo en la casa y de cuando en cuando se quedaba mirando la puerta y me decía "¿mamá?". Él intuye que si por allí se fue, por allí regresará. Yo procuro embolatarlo con algún juego para que no le vuelva la nostalgia y sé que está lo suficientemente cansado para que le gane el sueño primero que la tristeza. Solo es cuestión de mantenerlo entretenido, divertido, contento. Y no es difícil. Él sonríe fácil. Los niños son un péndulo entre la risa y el llanto.

Hace un par de horas se durmió. Sé que esto apenas empieza y que aún hay mucho por contar. Sé que no todos los días serán fáciles y que ya viene el fin de semana, que es cuando más tiempo tiene para pensar y para extrañar. Ya encotraré cómo pasar nuestro tiempo para lograr ese equilibrio para que mantenga viva la imagen de su mamá sin que lo afecte cada día su ausencia. Esa es la balanza con la que hay que lidiar.

Hoy hablé con Ángela. Ya se está ubicando y la tristeza se le mezcla con la emoción de todo lo bueno y nuevo que está viviendo. Yo procuro darle tranquilidad y fuerza. Y creo que la mía la he encontrado en el propio Felipe que ha asumido estos días con una entereza que yo no había visto en mí. Este día me ha permitido valorar el apoyo franco y profesional que nos ha dado el jardín infantil que se refleja en la recuperación firme y serena del pequeño Felipe. Para ellos toda mi gratitud. Me han ayudado de una manera que no imaginan para cargar este peso que se hace llevadero con su profesionalismo y devoción. Hoy es un buen día para darle las gracias a esas personas que nos encontramos en el camino que nos dan mucho más de lo que esperamos. Gracias de verdad.


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