jueves, 15 de junio de 2017

Día 16. Junio 15.


El pequeño Felipe tiene tos. Vengo de su cuna de cuidarle el sueño, verificando que el frío no vaya a hacer estragos esta noche con su respiración. Tiene cobijas por todas las barandas, en la tarde sellé con silicona una pequeña abertura que había entre el marco de la ventana y el vidrio y he procurado evitar que entren corrientes de aire mientras duerme. Tengo un termo listo con agua caliente para prepararle el tetero en la madrugada si es necesario.

Desde esta mañana presentí que la tos iba a persistir. Usualmente cuando tose en la noche, en la mañana ya está bien. Pero esta mañana todavía estaba tosiendo. Lo llevé vestido a la ducha y allí lo preparé para bañarlo. El agua caliente lo reconfortó y salió más animado. Lo saqué abrigado con dos toallas y lo mantuve abrigado con una mientras lo secaba con la otra. Lo vestí rápido, para que no le entrara frío, y mientras lo vestí, habló con su mamá por Skype, lo que le subió el ánimo aún más.

Afortunadamente salió el sol en la mañana, después de muchos días de amaneceres opacos y lluviosos. Eso fue calentando al pequeño Felipe y aplacando su tos. Decidí llevarlo al jardín infantil porque es mucho más factible que se recupere si se mantiene activo pero pedí que si empeoraba me llamaran para llevarlo a la clínica. Afortunadamente no me tuvieron que llamar. No empeoró, pero tampoco mejoró.

Regresé a la casa preocupado, un poco triste, porque Ángela lleva solo poco más de dos semanas por fuera y el bebé ya se ha enfermado dos veces. Me siento impotente, un poco torpe y un tanto frustrado porque si bien Felipe se enferma de vez en cuando, siento que la falta de la mamá hace más compleja y lenta su recuperación. Yo hago todo lo que puedo, pero de todas maneras ya tenemos una cita médica programada para la próxima semana. Es mejor que me oriente la pediatra para lo que viene. Solo espero no tener que llevarlo por urgencias. Detesto el ambiente lúgubre de las clínicas y siento que los niños se enferman más solo por estar entre más enfermos.

Por fin escribí uno de los artículos que tenía pendientes y lo envié para publicarlo. Lo publicaron de inmediato y por fin sentí que boté el bloqueo que tengo obstruyéndome la inspiración desde que Ángela partió. No fue un texto tan bueno, pero me sirvió para sentirme vigente y con la pluma caliente. Solo pude hacer uno de los dos que tengo en el tintero, pero ya es un avance.

A las cinco pasé por el pequeño Felipe. Estaba sentado en la mesa pintando con sus compañeritos, justo en la cabecera, con un color y un papel. Rellenaba unos círculos y se le veía tranquilo. De camino al jardín le compré un jarabe para la tos porque él se toma unas gotas homeopáticas que no son suficientes para la crisis que tiene en este momento.

Llegamos a la casa y estaba animado. Le di la primera dosis de jarabe y se le calmó la tos un rato. Comió melón y papaya picada y a las seis pasadas le di la comida. Subimos para ponerle la piyama y cuando lo subí a la cama se recostó y me dijo "ta-tantao" que quiere decir que está cansado. Lo empiyamé y le puse debajo de la piyama una camisetica de balletiya que me dio mi cuñada para protegerlo del frío. Lo acosté con su tetero, pero empezó a toser profusamente. Entonces me arrunché con él y lo calenté con un abrazo. Se fue calmando y se quedó dormido. Me salí de la cuna y empezó a toser de nuevo. Entonces decidí darle otra dosis de jarabe que se lo tomó entre dormido y despierto. Otra vez lo arrunché y lo calenté hasta que se profundizó. Lleva ya una hora sin toser. Lo que llevo escribiendo esta entrada. Supongo que tendrá alguna crisis en la noche y estaré atento para arruncharlo otra vez si es necesario. En estos momentos Ángela me hace mucha falta. A mí y a el pequeño Felipe, porque ella sorteaba con mayor tranquilidad y maestría estas crisis. Pero yo poco a poco voy desarrollando ese instinto maternal que me permite intuir que una caricia puede ser mucho más efectiva que un remedio. Y acá va uno entregando el corazón a pedazos así la cara sea una sola ojera. Es el sacrificio natural que uno hace por un hijo, es imperceptible y la única recompensa que uno espera es que se mejore.

Bueno, espero que el pequeño Felipe supere la tos esta noche y que no se complique más. Esta es como una alerta amarilla a la que debo estar atento. Ya he entrado tres veces a su habitación y duerme profundamente, lo que me da una tranquilidad infinita. Ojalá mañana esté bien. Es lo único que quiero.

Muchas gracias por leerme hoy. De nuevo sus buenas energías y oraciones serán del todo útiles. Gracias por seguir este diario que se escribe solo.

Dulces sueños.


2 comentarios:

  1. Como está el enano hoy? Mejor? Aca su amigo Nicolas tiene muchos mocos pero, por suerte, todavía sin tos. Abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Rafa, pasó una noche tranquila. Tosió un poquito pero no entró en crisis. En la mañana estaba mejor pero el frío de la noche lo volvió a alborotar. Se acaba de dormir. Espero que mejore con el jarabe. Abriga a Nico. Un abrazo fuerte amigo.

      Eliminar